Periodista y politóloga tico-mexicana, Sol Arguedas Urbina está por publicar sus memorias. Su verbo chispea para narrar aquí parte de los relatos de infancia y reflexiones políticas de 84 años testigos de excepción en América Latina
Any Pérez
“La niñez me duró alrededor de cien años; la adolescencia otros tantos y la juventud no hallaba cómo retirarse hasta que tuve que echarla después de mil años de rondarme. La madurez en la que estoy instalada va también para largo: eso espero.”
Pero la niñez y la juventud no se le fueron. Cada vez que la politóloga retira sus ojos de las teorías, saltan a sus ojos para invitar al travieso juego y a la rebeldía. Como cuando saltaba en bejuco, no como Jane, si no cual Tarzán, en las pozas de Guanacaste o cuando opinaba con altanería para hacerse escuchar por los varones más famosos de la intelectualidad mexicana.
Sol Arguedas Urbina no arrastra sus 84 años; los luce en sus ensayos políticos; los pasea con altivez de mujer bonita; los ejerce en su papel de matrona de familia y constructora aficionada y hasta los hace hacer gimnasia en albercas.
Su bastón hace más de cetro que de sostén, más extensión metafórica de la dura mirada con que buscó, se entregó, defendió y alguna vez impuso sus ideas. Hoy, el recuento resulta fácil, pero no lo fue vivirlo.
La veinteañera pasó de Heredia a México para estudiar y se quedó por el resto de la vida buscándose un lugar en su propio sueño.
Muy joven se sintió fracasada por ser “aprendiza de todo y maestra de nada”. Fue su tutor académico y afectivo, don Alfonso Reyes, quien le pronosticó el futuro que hoy disfruta: ”Mire, mi hijita, algún día usted va a sentir su casa amueblada y va a decir: este sillón vino de las matemáticas, esta mesa vino de la antropología, esta cama vino de la historia... y así va usted a descubrir que ya está amueblada su casa.”
Periodista, politóloga Sol Arguedas se ha dedicado a campear el planeta buscándole el significado de la libertad humana en los cambios del capitalismo, del socialismo y de la socialdemocracia. El Estado Benefactor (Welfare State) ha sido, no sólo su tesis de doctorado, si no su tema de análisis reiterado, profundo, constante.
Ya no se angustia por el tiempo y el espacio, su vida es hoy activa y tranquila a la vez. “Cuando supe que había madurado fue precisamente cuando sentí mi casa amueblada; porque todo lo que había estudiado se integraba, se articulaba en lo que es mi interés fundamental que es la política. Nada de lo que estudié sobró, tal como lo profetizó don Alfonso”.
Pecado “benial”
Con un abuelo materno aventurero, de origen difuso y supuesto experto en revoluciones, que llegó a gobernador de provincia y que profesaba la convicción de que “gobernar era poblar”, la biografía de Sol Arguedas no puede arrancar con su nacimiento.
Ella no lo conoció porque “ya se había muerto a medias”. Tan viva era la leyenda en torno del fogoso pariente. “Decía mi tía Dominga que los “Urbina” de Guanacaste éramos descendientes de indios mexicanos”.
Nadie lo ha podido comprobar pero se decía que el coronel era oriundo de Campeche –le decían “El Campechano”- y que había sido importado a Nicaragua como técnico en revoluciones.
Del rango de coronel tampoco hay pista pero el abuelo lo portó como tal hasta el fin de sus días frente a los hijos de sus dos matrimonios y de varios “ojos almendrados y pestañas tupidas” que le florecieron en su camino vital.
“Heredé de él el encontrar aventura y singularidad en cada persona, con sus diferentes potencialidades. Creo en la “aristocracia de espíritu”, no como criterio económico o clasista, si no como gozo y belleza en lo que se haga. Así sea una empleada, un artesano o un intelectual”.
Hay otros genes típicos en su carácter. “De niña decía que quería ser líder y dirigir pueblos. Se me sale lo mandona, me gusta dirigir”.
En sus sueños infantiles también quería ser Peter Pan; ser niño para no sufrir como lo hacían las mujeres y nunca crecer para seguir haciendo cuanto quisiera.
La seguridad de entonces en Heredia la dejaba querer pasearse a diario por parques, ferias, al cine o al mercado e igual era su vida durante las vacaciones en la Hacienda Potrerillos, cuando lograba escapar a las imposiciones del tío abuelo materno, Teodoro Alvarez Hurtado. “No obstante las protestas de mi madre, solía mezclar, refunfuñando, un saco de maíz con uno de frijol y ordenaba a sus sobrinos nietos señoritos separar los granos revueltos.
“Ante aquel acto irracional yo me insubordinaba y me largaba con los niños de los empleados, ayudándolos en sus trabajos.
“A mi abuelo no lo enojaban mis escapatorias; al contrario, parecían complacerlo” (...) “no toleraba debilidades del cuerpo o del carácter y privilegiaba en su estima a quienes consideraba hechos de su mismo barro”.
El horno fue igual de macizo y poderoso. “Mamá fue a la medida de su época pero también muy rebelde. Contaban que fue la primera en usar pantalones y silla de hombre para montar a caballo”.
La abuela paterna fue referente obligado. Maestra de generaciones de heredianos y guía católica de la pequeña comunidad, doña Adelina no se dejó tutear ni por sus hijos. “Mi admiración por ella, cuando ya fui consciente, se centró en la capacidad para hacer valer su inteligencia, siendo mujer, en el seno de una comunidad regida por hombres y formada por familias patriarcales”.
La bisabuela había sido luterana y el bisabuelo judío. “Por coincidir tantas religiones surgió una corriente “libre pensadora” en los hijos: más o menos respetuosa de la fe ajena y de las iglesias, en mi padre; blasfema y come-curas en algunos de mis tíos. Otras generaciones, de nietos y bisnietos, nacimos ya sin religión alguna”.
Eso explica el porqué Samuel Arguedas Kaczenski y Rosa Alpina Urbina Alvarez bautizaron de forma tan poco usual a su primogénita. La abuela Adelina pidió que la bautizaran y su padre recurrió a su amigo, el padre Carmona, pero discutieron sobre la “cristiandad” del nombre de “Sol”.
Al final primó el conciliador humor paterno y el día del bautizo la consignaron como: Sol (por el CID Campeador), Rosa Alpina (su madre), Carmen María (aporte del padre Carmona), Dominga (tía materna), Antonia (por el primo Alvarez Hurtado), Grazia (ganadora del Premio Nobel de literatura de 1926), de Jesús (por la abuela Adelina)
Su educación ética y moral fue doméstica. Su padre exigió que no se la enviara a clases de religión, cosa que ella aceptó de buen gusto. “Las impartía una vieja solterona, puritana y espantadiza, con una notable capacidad para percibir el pecado en toda actitud o conducta de los demás”.
Samuel Arguedas se había formado con pasión y disciplina e inculcó lo mismo a su hija y dos hijos –Samuel y Botho-. Entre libros e ideas, entre valores y rigor académico compartió con una generación costarricense de oro con Joaquín García Monge a la cabeza.
La hija elevó a pedestal la figura paterna y cebó con fruición el universo cultural que la formación hogareña le ofrecía. “Mi madre sonreía comprensivamente cada vez que oía repetir a mi padre que él me había parido –como Júpiter a Minerva- desde su cabeza. Hoy que a mi vez tengo hijas comprendo el tamaño de aquella voluntaria renunciación simbólica materna”.
Los recuerdos del Colegio de Señoritas y de la Facultad de Derecho son los últimos que tiene de su país. “Conocí mucha gente, pero recuerdo con cariño a Victoria Garrón y a Rodrigo Madrigal Nieto. Al llegar aquí y recibir el choque cultural de la jerarquización, yo explicaba que venía de un país en que una vez, durante un recreo de la Escuela Perú, se nos ocurrió ir a saludar a don Ricardo Jiménez a la Casa Presidencial y que él nos atendió y conversó por largo rato”.
Fuera del estudio, el escultismo, la natación y la danza recibieron toda su atención. En su casa de Cuernavaca muestra con orgullo el diploma que ganó en una competencia nacional estudiantil de natación y cuenta con orgullo el jamboree nacional donde los scouts la condecoraron por haber rescatado de ahogarse a cuatro personas en una playa.
“Recuerdo también una vez que Margarita Esquivel Rohormoser me llamó para sustituir a Yolanda Oreamuno en el papel del “pecado” en una obra en el Teatro Nacional. Al día siguiente, el periodista Zúñiga Pagés consignaba que había que resaltar que el “pecado mortal” que representaba Yolanda, en la señorita Arguedas se había convertido en “pecado benial”.
Renacer mexicano
Después de años de prolífica y renombrada obra y de haber vivido fuera de México desde 1914, con cargos diplomáticos en España, Francia, Argentina y Brasil, Alfonso Reyes Ochoa se instaló definitivamente en México, en 1939.
El cuatro veces candidato a Premio Nobel iluminaba a una vastísima generación literaria continental que incluía entre sus discípulos a Jorge Luis Borges y Octavio Paz y otros más jóvenes como Carlos Fuentes.
Desde su presidencia de la Casa de España en México, don Alfonso convocó a los primeros jóvenes intelectuales para formarse en diversas áreas, bajo la guía de ilustres profesores españoles republicanos y mexicanos.
En 1943 la Casa cambió su nombre por el de El Colegio de Mexico, patrocinado por el Gobierno Federal, el Banco de México, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y el Fondo de Cultura Económica.
“Don Alfonso pidió recomendación a don Joaquín García Monge sobre dos jóvenes para que fueran becarios y él me sugirió a mí y a Norberto de Castro y Tossi”.
Así llegó Sol Arguedas al México mítico de su abuelo Santos Urbina y así lo asumió desde entonces, como un “reincorporarme a México, como re-asumir la nacionalidad, como renacer”.
Ser la más joven de la docena de muchachos la acercó a Alfonso Reyes y su esposa Manuelita como una hija más en la casa de la biblioteca de 21 mil volúmenes, ambientada en lo que el poeta español Enrique Díez Canedo apodó la "Capilla Alfonsina”.
“Creía en esa época tener una gran vocación para las matemáticas y para la física y era lo que yo quería estudiar, pero mi padre me convenció. Me decía: “estudia algo en el campo de las humanidades para que tengas una visión más horizontal de la cultura, antes de que verticalices tus conocimientos, y por eso decidí estudiar historia”.
Vivir con los mejores maestros y compañeros y rozarse con lo mejor de la intelectualidad mexicana la puso pronto en la situación más inesperada a sus 22 años.
“Daniel era ya un hombre hecho y derecho cuando lo conocí. Cuando nos casamos entré a una casa donde todo ya estaba puesto”.
Los 16 años de diferencia entre ellos hicieron correr a sus padres hacia la ciudad de México. “Pero a los veinte minutos papá se enamoró tanto de Daniel como yo. Se llevaron muy bien siempre.”.
Padres y hermanos se instalaron en el país. Samuel Arguedas fungió durante 35 años como miembro huésped de la Academia Mexicana de la Lengua. Durante años publicó para Excelsior y Novedades una columna sobre esos tópicos. “Una la llamó 1era y 3era obras de misericordia”, que significaban “enseñar al que no sabe y corregir al que yerra””.
Para Sol, su marido fue la llave para recibir y entregarse a México. “Un día un tico me dijo que yo renegaba de Costa Rica. No es cierto. ¡Es como si para querer al marido una deba renegar de los padres! No me gustan los trasterrados que se la pasan encavangados y se niegan a integrarse. Eso empobrece la vida porque no se tiene ni lo uno ni lo otro”.
Ella su sumergió en el México profundo gracias a Daniel Fernando Rubín de la Borbolla, médico poblano al que sus contemporáneos describieron como “un hombre del renacimiento en pleno siglo XX”.
No por la medicina, si no por sus estudios de antropología física en Washington y Londres que lo convirtieron en devoto promotor del indigenismo y de las artes populares mexicanas y en reformador de la museografía que inauguró el Museo Nacional de Antropología en la calle de Moneda.
Fundó la Escuela Nacional de Antropología, el Museo Nacional de Artes e Industrias Populares y el Museo Contemporáneo de Arte de la UNAM, que hoy lleva su nombre. También fue el primer director técnico del Centro Interamericano de Artesanías y Artes Populares de la OEA y entusiasta modernizador del servicio de bibliotecas nacionales.
Los antropólogos internacionales lo recuerdan como explorador en Mitla, Michoacán, Tzintzuntzan y jefe en la “Tumba 7”, de Monte Albán, en Oaxaca, en 1932, famosa por ser el equivalente al descubrimiento de la de Tutankamon, para los egipcios.
En él, Sol Arguedas encontró el compañero de yunta que quería. “Daniel fue un rara avis. No era machista para nada. Insistía en que las mujeres éramos más inteligentes y que éramos la columna vertebral de este país. Además, era muy guapo y, para mí, cuando sonreía... se abría el cielo”.
De vuelta... de todo
El amor y los hijos pusieron una pausa en su formación por algún tiempo. En 1955 inició la fase del “antes y después” vitales, en Paris. En el Museo del Hombre y el Instituto de Etnología aprendió de Paul Rivet, André Leroi Gourhan y otros maestros pero, sobre todo, supo que su destino eran escribir y la política.
De regreso a México la buena intención no le fue suficiente. “Nunca me he dejado poner el yugo. Mis mayores choques han sido con el machismo intelectual mexicano”.
Empezó a escribir en suplementos literarios y luego ensayos y artículos teóricos. “Era horrible. Los colegas, para no citarme, decían: “como dijo alguien...” Era peor porque no era fea o me creían atractiva y un día uno de esos intelectuales me dijo: “A mí, tu inteligencia: ¡Plin!”
El camino se lo trochó su inteligencia y altanería. Poco a poco compartió la escena con nombres como Fernando Benítez, Carlos Monsivais, Carlos Fuentes, José Luis Cuevas, Elena Poniatowska u Octavio Paz.
“Durante siete años escribí un artículo semanal para El Universal y, como me reventaba el lenguaje esotérico de algunos académicos, empecé a convertirme en puente entre la teoría y los lectores, sobre todo en el tema de la socialdemocracia. Pues cuando escribía ensayos me decían que eran “demasiado periodísticos” y cuando hacía los artículos me criticaban con que eran “demasiado teóricos””.
La suya fue una generación mexicana de lujo, cuya enumeración de amigos-personajes no soportaría enlistarse. Con decisión encontró su lugar y su nombre hoy se escribe en la nómina de los grandes analistas políticos y de pioneras por los derechos femeninos.
Fue Cuba la que le abrió las puertas mexicanas. Su relato sobre el avance de la revolución de 1962, “no fue un texto racional, fue emotivo, pero gustó mucho”. Luego reflexionaría sobre el movimiento estudiantil mexicano y francés de 1968, las guerrillas urbanas en Venezuela y haría la gira por la Chile de Salvador Allende y su recorrido periodístico por América Latina y la Europa del eurocomunismo.
A Costa Rica regresó una sola vez y por seis días. “En 1960, Novedades me envió a cubrir una reunión de cancilleres pero me la pasé entre el Teatro Nacional y el Hotel Costa Rica”.
Confiesa temerle a la patria de su ombligo. “La he idealizado mucho, pero no es miedo a que haya cambiado. Es miedo a romper mis vivencias internas y enfrentarme a la realidad. Al contar estos recuerdos me hace ilusión ir.¿Quién sabe?”
Antes de pensionarse fue profesora de posgrado e investigadora en Ciencias Políticas para la UNAM. Culminaba así una carrera académica que le permitió llevar una vida fuera de lo común. “Tampoco fui una madre tradicional. Viví en Cuba y París y Daniel se quedó con los niños. A veces los hijos reclamaban, pero yo, en esa época estaba por mis propios derechos”.
Los tres hijos siguieron sendas familiares. Daniel David es fotógrafo profesional; Sol, como su padre, se hizo médico pero ha consagrado su vida a la cultura y las artes populares, y Paz es antropóloga y empresaria editorial.
Sol confiesa que las tensas relaciones con los varones favorecieron que el tiempo le llenara el alma de inteligencias femeninas. “Le rehuía a los hombres porque me insultaba que les interesara mi físico y despreciaran mi inteligencia. En cambio, tengo decenas de amigas inteligentes y sensibles”.
Los amigos se refugiaban en la gran casa familiar, en San Angel, cuya construcción empezó en 1950, a unas cuadras de la de Diego Rivera, al lado de la de José Luis Cuevas y con inquilinos tan ilustres como Octavio Paz y Carlos Fuentes, la casa-biblioteca fue siempre comedero, estudio y hasta diván para muchos.
Unos años después, la familia decidió dividirla para aumentar sus ingresos y así comenzó la aventura más exótica de Sol Arguedas. “Mis hijos decían que yo podía bien vivir sin ellos... pero que no sin albañiles”.
Después de la muerte de su marido, en 1990, decidió construirse por partes otro nido para volar ideas, otra cueva para albergar quereres y se fue en busca del sol de Cuernavaca. Después convenció de la mudanza a sus hijos Daniel y Paz.
Al D.F. dice viajar “sólo por necesidad”, pero la categoría incluye la supervisión de reparaciones y mantenimiento de la casa de San Angel, hogar de su hija Sol. Con precisión de experta pide y da razones geométricas a los albañiles, mientras supervisa los jacarandás del jardín que sembró completo hace 60 años.
El resto del tiempo escribe sus memorias, investiga, recibe a los amigos y no falta ni a una sesión de acuarobics. “Fui muy deportista, pero un día me senté y no me levanté en 30 años! Volví cuando me empezaron a doler las piernas. Ahora voy a la alberca tres veces por semana”.
En agosto cumplirá los 84. Ella se los adjudica desde hace meses. La experiencia la ha vuelto mesurada y dice estar ya “de vuelta” de muchas cosas.
“Ya no hago alarde ni ostentación de rebeldía. Salvo de política, ya sé que discutir por lo demás es perder tiempo. Lo importante es ser y no parecer”
Hasta su pasión por atesorar libros ha ido madurando. “Ya en vida de Daniel donamos muchos a la biblioteca de la UNAM. Después de su muerte creamos un centro de investigación con su nombre que pronto adherirá a la universidad. Yo sólo conservé mi biblioteca marxista de consulta. Ahora los libros los leo de a prestado y si me interesa algo, lo compro. Le tengo terror a volver a llenarme de libros”.
En aspectos políticos también ha ido y regresado, pero más convencida de las bondades de un socialismo de nuevo cuño que todavía no vislumbramos. “El Estado social no ha muerto (...) reaparecerá con ropajes nuevos en un futuro impredecible aún, cuando la marca neoliberal muestre ser impotente para superar los cada vez más agudos conflictos dentro del capitalismo”.
La estructura económico-política debe ser medio para una vida mejor. Por eso impone a la sociedad el imperativo de luchar por cuatro cosas para que cada uno tenga derecho a disfrutar de su vejez: “1.Salud. 2.No tener problemas económicos. 3.Estar en paz con la familia y 4to y más importante: haber atesorado suficiente riqueza espiritual para vivir en armonía con una misma y no sentir soledad”.
Nombre: Sol, Rosa Alpina, Carmen María, Dominga, Antonia, Grazia, de Jesús Arguedas Urbina.
Fecha de nacimiento: 4 de agosto de 1921
Título: Doctora en Ciencias Políticas, Universidad Autónoma de México (UNAM) y Máster en Historia (El Colegio de México)
Hijos: Daniel David, Sol y Paz
Nietos: Inti, Daniel Enrique, Roberto, Rosa Alpina, Natalia, Jimena y Samuel
- ¿Qué cóctel de genes es usted?
- El de cualquier mestizo, con raíces indígenas, europeas e ibero-árabes.
- ¿Cuál materia tendría en otro cuerpo?
- Hasta la de un extraterrestre, siempre y cuando tuviera conciencia. ¡Me aterraría la idea de ser árbol o animal!
- En el dilema de Sor Juana ¿Se habría puesto el hábito?
- Claro que sí. Hoy día todavía nos inventan hábitos simbólicos como el matrimonio... o su renunciación!
- ¿Cuál idea ha sido la más escurridiza?
- Los roles femeninos. Sé que las mujeres no me la entienden, pero me costó llegar a la conclusión de que permanecer en casa puede llegar a ser un privilegio.
- ¿Qué futuro tendrán los “machos” tradicionales?
- Desaparecer, van siendo ridículos y caricaturescos. Los otros hombres se burlan de ellos.
- ¿Hacia dónde deberá conducir el feminismo?
- A su desaparición, cuando su actitud defensiva ya no tenga sentido.
- ¿Qué de su crianza ha repetido?
- Me crié con un sentido salvaje de independencia y rebeldía que me hizo chocar contra el mundo real de las convenciones porque fui muy impertinente. Mis hijos fueron muy libres, pero son menos salvajes.
- ¿En qué ambiente escribe?
- Antes lo hacía en el más completo desorden. Me tomé en serio cuando “amueblé” mi casa, como decía don Alfonso Reyes.
- ¿Qué dice la televisión mexicana de México?
- Que es falso, pedestre, mediocre, idiota y estupidizante. Da coraje, porque el verdadero México es maravilloso.
- ¿Un antídoto para la autoculpa femenina gratuita?
- Racionalizarla y luchar como contra cualquier trauma.
- ¿Cuáles trincheras no debemos abandonar las mujeres?
- Ser columnas y base de la familia y la sociedad.
- ¿En cuál radicalismo ruega no caer?
- En el revolucionarismo pequeño burgués y en el feminismo a ultranza.
- Es fácil hablar de conciencia con el estómago lleno y el reconocimiento de la izquierda intelectual orgánica.
- La revolución no consiste en que todos vivamos como pobres, si no todos como ricos.
- ¿Por qué deben los ateos pedirle a Dios?
- El hombre creó a Dios a su imagen y semejanza. Es la inteligencia misteriosa y por eso es la máxima pregunta sin respuesta.
- ¿Su primera decisión tiránica como invasora de Estados Unidos?
- Acabaría con su cáncer primario: Hollywood.
- ¿Qué le pediría a EE.UU. a cambio de firmarles el T.L.C.?
- Romper, inmediatamente, el papel firmado.
- ¿Lo sublime de la ultraderecha y lo ridículo de la ultraizquierda?
- La primera es grotesca, la segunda es en si, ridícula.
- ¿Sobre qué discutía más a menudo con su marido?
- Sobre nada y el mérito era de él, porque yo me encendía y enojaba y él se quedaba tranquilito.
- ¿Qué la seduce de cada hijo?
- De Daniel su facilidad para comunicarse; de Sol su sincera defensa de la cultura popular y de Paz su enorme sensibilidad.
- ¿Lo peor de entrar en la vejez?
- Que traten de excluirnos.
- ¿Qué enterró en Paris?
- Una crisis, el choque cultural con México, la ausencia de lo religioso, cosas íntimas.
- ¿Por qué son tan petulantes y soberbios algunos intelectuales?
- Porque son inferiores al no dar su lugar al “otro”.
- ¿Su costarriqueñismo preferido?
- ¡Cavanga!
- ¿Con quién habría tenido una infidelidad ideológica?
- Con la socialdemocracia.
- ¿En brazos de quién le gustaría morir?
- De mis hijos.
- ¿Logró ser Peter Pan?
- En cierto modo sí.
- ¿Cómo le gustan los hombres?
- Como hombres, a mí, su inteligencia ¡plin! Con los amigos soy exigente: deben ser muy inteligentes
Autocrítica y sin doble lenguaje. Así es la prosa teórica de esta buscadora de la libertad
Deuda:
“La deuda externa no es sino el instrumento idóneo en esta etapa utilizado por las economías centrales para absorber los excedentes de nuestras economías periféricas.”
Caída de la URSS:
“ El error consistió no sólo en haber intentado el socialismo en un país tan atrasado como era Rusia, sino que ya puestos en camino no supieron, o no pudieron, descentralizar o desconcentrar, es decir, democratizar a tiempo todo el sistema burocratizado, tanto económico como político, que había perdido ya la función protectora de los primeros tiempos y que se había convertido en un auto-freno para el crecimiento económico, el desarrollo social y la práctica democrática”.
Globalización:
“Sería una insensatez tratar oponerse a la trasnacionalización del capitalismo. Pero, otra cosa es aceptar que la transnacionalización deban realizarla las grandes empresas trasnacionales privadas.”
Multinacionales:
“El hecho de que estén realizando la globalización las grandes empresas trasnacionales y al ser éstas los más acabados monopolios que han existido, su condición monopolística niega toda pretención de libertad en el comercio mundial.”
TLC
“Gobiernos de países afines pueden formar empresas multinacionales de carácter público –o mixto- (...) Una América Latina ya integrada se podría asociar posteriormente con Estados Unidos.”
Nueva civilización:
“... Están adquiriendo nuevas formas las relaciones sociales en la producción y cambiarán aún más en la medida en que la robotización y la automatización modifiquen significativamente los conceptos “proletariado” y “obreros”, por lo tanto también el concepto “sindicalismo”, así como “burguesía”. Con esto habrá que revisar también el concepto de “lucha de clases”, ya que si ciertamente seguirá igual la médula del mismo, serán distintas las formas en las que se presente en la práctica.”
Socialismo vrs Capitalismo
“... socialismo y capitalismo podrían sufrir todavía derrotas y fracasos en sus respectivos intentos de búsqueda de libertad y de democracia, antes de coincidir en la síntesis de ambos: de libertad y democracia integrales para un individuo que no existe sino como ser absolutamente social.”
Libertad:
“Para el neoliberalismo la libertad es irrestricción absoluta para el mercado y sus fuerzas: libre empresa, libre competencia, libre acceso a mercados. En nombre de esa inconsistente libertad “sagrada” del individuo se niega el indudable carácter social que posee la libertad humana.”
Ricos:
“No hay infamia –por inhumana que nos parezca- que no sean capaces de cometer los dueños del dinero y de las riquezas cuando se sienten –con razón o sin ella- acorralados por el miedo a perderlos”.
Estados Unidos:
“Cuando les llegue el día del inevitable ajuste en su economía, la nación del “destino manifiesto”, “el gendarme internacional”, la campeona de la “libertad y la democracia”, quizás se vea compelida a cometer la mayor estafa que se haya visto en todos los tiempos: el cínico repudio de su deuda externa. (Es, Estados Unidos, el mayor deudor en el mundo)”
Futuro:
“Cuando la reorganización económica llevada a cabo por los neoliberales actuales empiece a ser disfuncional para el propio capitalismo por un insoportable desequilibrio entre los factores de la producción y una castrante marginalización creciente de grandes núcleos de población respecto de los mercados del trabajo y del consumo, y aparezca la consiguiente gran crisis estructural del sistema, se encontrará el neoliberalismo en la curva descendente del ciclo histórico y empezará a ascender el reformismo capitalista con su promesa equilibradota, sea cual fuere la modalidad que para entonces adquiera”.
Con su rúbrica
Cuba no es una isla, 1962
Chile hacia el socialismo, 1973
Una teología para ateos, 1975
El Estado Benefactor, ¿fenómeno cíclico?, 1988.
El mundo en el que vivimos. UNAM, 1997